Perú: itinerario y sensaciones
Durante mi viaje a este país he tenido la oportunidad de descubrir su cultura milenaria, de pasear entre sus ruinas ancestrales, recorrer sus montañas y desiertos, atravesar su lago Titicaca y navegar su río Madre de Dios. Me he perdido entre las calles de sus grandes ciudades, he explorado la Amazonia y me he dejado llevar por su magia.
Este año no empezó de la mejor forma y, por qué negarlo, tampoco ha sido el más fácil. Pero no ha pasado un solo día en el que no pensase que junio estaba a la vuelta de la esquina y que sería un poco el fin y un mucho el principio… Y hace ya más de un mes que dejé Santander casi sin avisar y tras unas cuantas vueltas entre Madrid y Barcelona, me planté en Lima.
Lima fue ciudad de reencuentros, de puertas abiertas, de sentirme en casa y adorar su cotidianidad. Conocí personas maravillosas, descubrí con calma su costa verde, su malecón, la vida de sus plazas, su deliciosa gastronomía y su loco y eterno transporte público.
Y además, en Lima apareció ella.
Juntas tomamos dirección norte y no pudimos resistirnos a Huaraz y el encanto de sus calles. Y entre el mal de altura, su buena gente y los imprevistos propios de carreteras a 5.000 metros de altura realizamos el trekking a la Laguna 69, donde disfrutamos de la naturaleza y descubrimos por primera vez -que no última- el conocido soroche.
Siguiendo la Panamericana y buscando el cielo despejado volvimos hasta el Desierto de Huacachina en Ica, donde recorrimos sus dunas, jugamos como niños y sumamos vida y atardeceres.
Sin irnos muy lejos pudimos re-descubrir espacios naturales impactantes cómo las Islas Ballestas y La Reserva Natural de Paracas (uno de los ecosistemas más ricos del mundo).
Y en Nazca, entre líneas e historia, vivimos una gran experiencia viajera de esas que marcan el viaje y que inesperadamente, nos llevó de nuevo a Lima, donde unas cuantas gestiones, horas y golpes de realidad después, pusimos rumbo a la ciudad histórica de Cuzco. Aún no lo sabíamos, pero en la ciudad principal del Imperio Inca, pasaríamos muchos más días de los planeados.
Allí, entre su increíble cultura y mercados locales, me reencontré con mi hermano, y seguro que no necesitáis que os explique cómo de mágico puede llegar a ser reunirte con tu hermano mayor -del cual ya son 10 años los que hace que te separan varias fronteras- en Perú.
La familia fue creciendo, visitamos El Valle Sagrado de los Incas (capital arqueológica de America Latina) y casi sin darnos cuenta nos encontramos de madrugada, preparando nuestras mochilas para realizar el famoso Salkantay, trekking de 5 días por la montaña que termina en el Machupichu, maravilla del mundo y protagonista de infinidad de sueños viajeros.
De estos cinco días incomunicados, a miles de metros de altitud, con temperaturas bajo cero, acampando y superándonos cada día, sólo puedo decir que resultó ser una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Seguramente se deba a que también fue de las más duras. Aquí aprendimos que “si dices que pierdes, pierdes”, compartimos los días, las noches, el frío, el agotamiento y sobretodo las risas, el peligroso pisco y los buenos momentos con personas de todo el mundo que se convirtieron en una pequeña familia y disfrutamos -sin dejar de agradecer a la pachamama- de paisajes increíbles y de la satisfacción de ir logrando día a día cada meta hasta finalmente, llegar al Machu Pichu.
Y en este punto no puedo dejar de mencionar la certeza de que por muy impresionante que sea tu destino, es el camino que realizas hasta llegar a él lo que lo convierte en algo memorable.
Una semana después, tras las despedidas, volvimos a Cuzco cansados a intentar recuperarnos -dentro de lo posible-, hasta que llegó el momento de separarnos de nuestros dos chicos y, con una intensa resaca de emociones, tomamos rumbo a Puerto Maldonado, puerta de entrada a la selva amazónica meridional.
Fue allí, sin apenas dormir, disfrutando al fin del calor, de su ritmo lento, su naturaleza y de los rayos del sol que tanto añorábamos, cuando navegando el río Madre de Dios se cruzaron en nuestro camino personas bonitas de complicado y lindo acento chileno, con quienes fue inevitable la conexión. Y compartimos días de aventura, cerveza, descubrimientos gastronómicos y cielo estrellado, con la promesa de volvernos a ver cuando, tras escuchar “Arequipa, Arequipa, Arequipa…!” a los vendedores de boletos en la estación de autobús, nos despedimos y partimos hacia “la Ciudad Blanca”.
Arequipa me conquistó. Sus calles blancas, sus imponentes volcanes siempre presentes, su animada plaza de Armas, su ambiente, vida nocturna, mercados, picanterías, tradiciones…recorrimos sus calles en bicicleta, descubrimos su historia y fue protagonista de reencuentros -prometidos e inesperados-.
Y tras una final del mundial en la Plaza de Armas, más despedidas, y un autobús hacia el frío y triste -aunque turístico con sus islas flotantes- Puno (a orillas del lago Titicaca -el lago navegable más alto del mundo-) me encuentro a punto de cruzar la frontera a Bolivia, donde en primer lugar me espera Copacabana y sus islas del Sol y la Luna. Pero eso es otra historia…
Perú, ha sido un placer. Este espectacular mes recorriéndote me ha dado vida. He perdido la noción del tiempo, improvisando y dejándome llevar. Un mes VIVIENDO con mayúsculas.
¿Y ahora? La tercera parte de toda gran aventura: CONTARLA. Dentro de nada tendréis la Guía completa para recorrer Perú por libre.
Carmen Mantecón
¡Hola! Soy Carmen, la chica que está detrás de esta página. ¡Mil gracias por leerme! Si te ha gustado no dudes en dejarme un comentario por aquí abajo... ¡Estaré encantada de saber de ti! Este blog nace de mi pasión por los viajes, y es que hace ya tiempo que descubrí mi propia fórmula de la felicidad: ¡viajar! Desde entonces, lo hago siempre que puedo, y aquí encontraréis algunos consejos y experiencias sobre mis aventuras. ¡Bienvenidxs!
Hola otra vez. No acabo de mandar un comentario y me encuentro el relato de tu viaje a Perú, y es que, el 15 de septiembre próximo, salgo para allí.
¡Disfruta como una loca! Perú te robará el corazón 🙂
Bueno, ir a mi país siempre será interesante, después de todo solo queda el recuerdo de estar en un lugar inigualable, nos gustaría que te des una vuelta por las terrazas de Carmen y nos de tu opinión de nuestro pequeño restaurante, claro sin compromiso.
Esperamos tu respuesta.
Un Saludo
Ojalá pueda pasarme a conoceros en mi próxima visita. Un abrazo.